El vigía del campanario

02/08/08

Desde esta atalaya particular que me concede el espacio virtual me he propuesto, tal día como hoy, iniciar este blog en donde verter aquellas opiniones relacionadas con todo aquello que concierne a mi condición de ciudadano, tal como aquel vigía que desde lo alto de la torre anunciaba el ataque de las tropas enemigas con el tañer de la campana de la Torre Nueva, tristemente desaparecida.

La objetividad intentará ser mi guía. Procuraré que el cansancio no enturbie mis ojos, que el ruido de los fuegos de artificio no anule mis oídos y que el parecer de los nuevos bufones no se apodere de mi pensamiento. Trataré de huir de los rumores malintencionados y partidistas. La crítica tanto propia como ajena será bien aceptada por considerar que la democracia tiene que basarse en el respeto mutuo.

No pretendo ser adalid de nada ni de nadie sino un fiel seguidor de todo los que me afecte tanto a mi como a los míos.

Soy consciente de que estas líneas tendrán una difusión limitada pero no me importa. El poder de la palabra, en este caso escrita, tiene su fuerza intrínseca y me doy por satisfecho simplemente por poder hacerlo.

Sirvan estas palabras como declaración de intenciones. Las cartas están sobre la mesa.