Un proyecto frentista

España se encamina a un proyecto gubernamental frentista, gobierno Sanchezstein, entendible solo por la ambición y el protagonismo del que ostenta el encargo de conformarlo como fruto  de los votos recibidos para formar gobierno.

La fundada inquietud por el futuro de la Constitución que suscita el Gobierno en ciernes -decía Ignacio Camacho, el pasado día 3 de enero- tiene que ver con la ruptura del pacto fundacional en que se ha basado la convivencia política y social de los últimos cuarenta años.

Desde su constitución, este gobierno no ha dejado de ser noticia, no por lo ralizado sino por lo que sus miembros han dado que hablar. Este fin de semana se han reunido en el "Rancho de Azanar" (bautizada así por Condoleeza Rice), o lo que es lo mismo, la finca de los Quintos de Mora en los Yébenes (Toledo), propiedad del Estado desde 1942, para coordinarse y conseguir que solo con la mirada se puedan entender. Algo díficil de conseguir -permitasenos las dudas- cuando, siendo ya conocidos, hemos asistido a rifirrafes sonados en la diferentes confrontaciones parlamentarias.

La particular forma de hacer política de quién lidera esta formación frentista no soprende ya. Su ambición le ha llevado a crear un conglomerado de control a los propios socios de gobierno que le permite, al parecer, estar cómodo en una mesa (la del Consejo de Ministros, Ministras o Ministres y en una bancada zul del Congreso de los diputados, Diputadas o Diputades en la que las sillas ocupan más allá del espacio disponible.

La ambición desmedida de un irresposable nos ha traido hasta aquí. Confiemos en que la  sensatez de los votantes reconduzca la situación en próximas campañas electorales.